Con el desarrollo de la crisis financiera, y con el aluvión de ayudas públicas que los Estados miembros de la UE estaban haciendo sobre empresas y bancos la empresa General Motors se planteó la duda de segregar las filiales europeas para que éstas recibiesen ayudas públicas.
Aún así la UE y General Motors no lograron el viernes 14 de marzo cerrar un acuerdo sobre los 3.300 millones de euros que el fabricante de automóviles estadounidense reclama para salvar a su filial europea de Opel. La reunión se produjo entre la compañía y los 12 ministros de Industria de la UE, junto con el vicepresidente de la Comisión Europea.
La mayoría de los representantes gubernamentales salieron decepcionados por la falta de información sobre el plan de viabilidad que GM tiene preparado para Opel. Las dos partes siguen sin ponerse de acuerdo sobre la segregación de las marcas europeas de GM (Opel y Vauxhall), una medida que la mayoría de los gobiernos europeos, con el alemán a la cabeza, consideran imprescindibles antes de conceder ayudas públicas a la compañía.
'Les hemos dicho', explicó un miembro de la delegación sueca, 'que no pueden venir a pedir dinero del contribuyente europeo para cubrir las pérdidas de otras partes de su negocio'.
Europa, sin embargo, no ha mantenido hasta ahora una posición unida frente a la compañía, ya que cada país ya ha buscado una solución para sus unidades de producción de la empresa. (En España, en concreto, el Gobierno de Aragón ha prometido un aval de 200 millones de euros para la producción del modelo Meriva de la planta de Figueruelas) Aún así los ministerios de Industria implicados en los contactos se comprometieron el viernes 'a mantenerse permanentemente informados entre sí'.
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