El problema de fondo que subyace para que no exista una Política Energética común refleja el conflicto entre dos ideas que atraen por igual a los Estados.
- La eficiencia económica a través de la liberalización de los mercados y de la competencia.
- La independencia energética como expresión de soberanía, dado el carácter estratégico de la energía.
Entre éstas causas se encuentran otras más prácticas como los intereses políticos y económicos vinculados a las grandes empresas energéticas nacionales y la imposibilidad de ponerse de acuerdo sobre temas que se han politizado como el papel de la energía nuclear.
Esa fuerte dependencia energética en la UE se ha visto reflejada en 1973 y 1979 cuando tuvieron lugar las conocidas Crisis del Petróleo, pero aunque a partir de entonces se tomaran medidas conjuntas como la incentivación de energías renovables, la eficiencia y el ahorro energético siguen subyaciendo los problemas.
En medio de este panorama surge el conflicto del gas ruso, que han dado lugar a recíprocas acusaciones entre Ucrania y Rusia. Y es por ello que la UE ha sabido allanar el terreno con las relaciones Rusia-UE a través del Tratado de Cooperación Estratégica celebrado en 2008, el cual tuvo que relanzarse debido a los desencuentros entre los actuales miembros comunitarios y antiguos aliados rusos como Polonia y Lituania. La UE quiere asegurarse la liberalización del mercado de la energía con las reglas de competencia del mercado comunitario, y por ello aspira a realizar acuerdos con Gazprom, empresa monopolio del gas ruso.Rusia suministra el 25% del gas que consume la UE y casi el 20% del crudo, y éstos índices van en aumento, es por ello que la UE debe dotarse de fuentes alternativas de energía, y reforzar sus relaciones exteriores con Rusia.
Fuente:Europa en Movimiento
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